Dentro de la vasta riqueza literaria de temas guadalupanos, llama la atención esta pieza a la que tal vez podríamos llamar un “códice guadalupano del siglo XVIII”. Se trata de un romance mudo compuesto en 1784 por Manuel Quirós Campo Sagrado, poeta de grandes aptitudes cuya pluma especialmente diestra en las exigencias métricas, se dedicó a honrar a María de Guadalupe. Cabe señalar que en esta obra, además de regalarnos el disfrute de la poesía, el autor nos ofreció al mismo tiempo la magia de la imagen, pero rememorando las técnicas de la escritura tradicional autóctona.
Como es bien conocido, la escritura azteca – náhuatl que sobrevivió a la conquista, es decir, los códices coloniales, desarrollaron una combinación de elementos pictóricos y de transcripciones fonéticas, encaminados a responder a las urgentes necesidades de comunicación entre la cultura mesoamericana y la occidental; surge así una nueva “escritura” que utilizaba expresiones gráficas para transmitir elementos fonéticos; nace entonces una doble manifestación de arte y de escritura, como se puede ver en este documento en el que la palabra amoroso, se representa con un cupido o para leer el artículo la, se incluye un pentagrama con la nota la. Dentro de ese escenario, el elogio a nuestra Santísima Madre, que aquí se presenta es un magnífico ejemplo de la sobrevivencia tardía de esta rica forma de expresión, encaminada, en este caso a honrar a la señora de Guadalupe, por eso es que con cierta benevolencia se le podría considerar como un códice guadalupano.
Dato curioso a señalar es que el romance de Manuel Quirós Campo Sagrado se vendía a los devotos en medio real, como se puede ver en la esquina superior derecha del documento.
La institución procesal más importante que existe en México es sin duda el juicio de amparo. Sin embargo, se trata de una garantía procesal compleja: complejidad que es el resultado de la evolución histórica por más de 170 años, por lo tanto, para comprender el amparo mexicano a cabalidad resulta indispensable conocer ese desarrollo histórico.
Las políticas de la sensación se orientan a controlar, en sus más hondos fundamentos, el cuerpo y su capacidad de percibir la materia del mundo. Tener el control sobre lo que sienten las personas es la máxima aspiración del poder y de sus aparatos administrativos: que la gente misma acepte en su interior cuales sensaciones le están permitidas y cuales prohibidas.